Naw Wa, tras quedar viuda, se enfrenta al dolor y a la dificultad de cuidar de sus hijos sola. Está recuperando sus fuerzas, gracias a la ayuda práctica y espiritual de Compassion
En el norte de Tailandia hay una pequeña cabaña de madera, llena de amor. El padre vuelve del trabajo para saludar a su mujer y a sus hijos; todos están en casa cenando, compartiendo las anécdotas del día.
Sin embargo, esta imagen perfecta es sólo un recuerdo en la memoria de Naw Wa.
Han pasado dos años y medio desde que perdió a su marido. Su hija menor, Kornwipha, sólo tenía siete meses cuando su padre se ahogó en el río.
«Mi problema no es sólo encontrar trabajo: lo peor es echar de menos a mi marido», explica Naw Wa.
Naw Wa tiene tres hijos, Nai Dej de 15 años, Worocn de 11 y Kornwipha de 3. Tras la muerte de su marido, el primer reto al que se enfrentó Naw Wa fue llevar a sus hijos a la escuela.
Su historia se hizo conocida en todo el pueblo y los trabajadores del centro de Compassion le abrieron sus puertas.
«El día que matriculé a mi hija pequeña sentí un gran alivio porque sé que gracias a Compassion tendrá un buen futuro. Confío en Dios y sé que el centro Compassion es bueno para los niños porque he visto el impacto en las vidas de otros niños», afirma.
La ayuda de Compassion empezó por garantizar suficientes alimentos para la familia, especialmente para la pequeña Kornwipha: necesitaba mucha atención y cuidados.
«Yo misma soy madre y sé lo difícil que puede ser criar a un bebé. Simplemente hicimos todo lo que pudimos para ayudar», dice Apatcha, trabajadora de Compassion.
Los trabajadores del centro ayudan a Naw Wa a encontrar pequeños trabajos en la comunidad para que pueda trabajar y tener tiempo para cuidar de Kornwipha. A veces hace la limpieza de la casa, a veces labores de costura.
«Cada pequeño trabajo me ayuda, al mismo tiempo que cuido de Kornwipha. Ella es muy pequeña, así que agradezco cualquier ayuda», añade Naw Wa.
Apatcha y todos los trabajadores de Compassion están seguros de esto: su compromiso de ayudar a los más vulnerables nace de su vocación y pasión por servir a los más pobres.
Mama Naw Wa no sólo se ha enfrentado a dificultades prácticas, sino también a profundas necesidades emocionales y espirituales.
«Desde que murió mi marido, estaba constantemente de luto, pero las personas de Compassion me dieron una Biblia y oran conmigo todo el tiempo. Ahora sé que Dios está a mi lado», explica.
«Cuando miro a mis hijos, me doy cuenta de que son los regalos más preciosos que Dios me ha dado», añade Naw Wa, sonriendo con una lágrima de alegría en los ojos.
Hoy Kornwipha tiene tres años y va al centro Compassion para poder aprender, crecer y jugar con otros niños de su edad.
«Lo único que deseo para mis hijos es que sean buenas personas y tengan una buena educación. Y cuando digo 'buenas personas' me refiero a alguien amable, con un espíritu generoso y que ama a Dios», concluye la madre.
Con tu ayuda, podemos darle a un niño la oportunidad de recibir ayuda y apoyo.
Apadrina ahora: juntos, podemos marcar la diferencia.