"Me gustan los versículos de la Biblia que manda mi padrino. Son muy especiales para mí porque me recuerdan que Dios está con nosotros, y que hace milagros cuando menos lo esperamos" – Joseph, 8 añitos.
Holman, ahora 15 años, tenía 8 añitos cuando empezó a asistir al centro Compassion, y después de 5 años en el programa, su hermano Joseph también fue inscrito. Su familia estaba pasando por una situación muy complicada.
Holman recuerda con alegría el día en el que le avisaron que había encontrado un padrino, y sintió mucha más alegría cuando su hermano Joseph recibió la misma noticia. ¡Lo más sorprendente fue descubrir que la misma familia apadrinaba a los dos niños!
Francis, la mamá de los niños, expresa su gratitud: "Como mamá, me siento agradecida por la familia que apadrina a mis hijos, ellos me ayudan en su crecimiento espiritual. Siempre los motivan a estudiar la Biblia y a dejar que el Señor entre en sus corazones. Mis hijos escuchan a sus padrinos".
Los niños nos comparten lo que han aprendido a través de las cartas de sus padrinos.
"Algo que empecé a notar fue que mi padrino siempre me decía que buscara al Señor primero, y después Él me ayudaría con todo lo demás", nos cuenta Holman.
Holman comenzó a aprender más de la Biblia y a compartirlo con su mamá. En la primera carta, su padrino le mandó un versículo y un pequeño testimonio.
Cuando Joseph fue apadrinado por la misma familia, se sentaban todos juntos a leer las cartas, que tenían un versículo y un pequeño devocional. Poco a poco, las palabras de sus padrinos animaron a los niños y a su familia a ir a la iglesia y aceptar a Jesús como Salvador.
Aunque la vida espiritual de los chicos estaba mejorando, la situación económica se había vuelto más difícil. Sin una fuente de ingresos estable, la familia luchaba por llegar a fin de mes.
Con el aumento del precio en los alimentos tras la pandemia y el malestar social en Nicaragua, la familia no podía ni siquiera comprar los alimentos básicos.
Además, durante la temporada de lluvias, Francis se encontró con una preocupación adicional: la seguridad de sus hijos. El tejado tenía goteras y el río que está detrás de su casa continuaba aumentando.
"Oré mucho para que el Señor me ayudara, pero a veces me costaba creer que saldríamos de esta situación", recuerda Francis.
Después de un tiempo, la directora del centro, Erika, llamó a la familia para avisarles que habían recibido un regalo de sus padrinos. Con este regalo, ¡pudieron reparar las goteras y construir una valla para evitar que los niños cayeran al río!
"Fue una bendición que nunca esperé, pero confirmó lo que las cartas siempre decían: mantener mi fe en el Señor, y confiar en su amor porque Él proveería", afirma Francis.
Mientras luchaban por poner comida en la mesa, Francis y su marido se esforzaban por mandar a los niños al colegio, a pesar de todos los gastos que tenían que afrontar.
"Una de las cosas que mis padrinos siempre me decían en sus cartas era que tenía que continuar con mi educación y poner todos mis planes en manos de Dios" – nos cuenta Holman.
"¡Comencé a ir al curso de informática, donde he aprendido mucho!" comparte Holman. "Recuerdo las palabras de mis padrinos diciéndome que estudiara y siguiera adelante con mi educación".
Erika, directora del centro, también nos comparte lo siguiente: "Los padrinos nos han ayudado a transformar la vida de dos niños. La buena influencia de los padrinos en los niños, nos permite ver lo importante que es nuestro trabajo aquí".
Con tu ayuda, podemos darle a un niño la oportunidad de recibir ayuda y apoyo.
Apadrina ahora: juntos, podemos marcar la diferencia.