Emergencia hambre: las familias de Dera, en Etiopía, tienen dificultades para alimentar a sus propios hijos. Sin comida, no hay colegio, pero el trabajo de nuestros centros lo está cambiando todo.
Una buena alimentación es fundamental para el desarrollo de los niños. Los niños bien alimentados y sanos pueden concentrarse en los estudios. Además, la buena salud se refleja en el bienestar emocional.
Estamos viviendo una crisis alimentaria cada vez más grave. Una tormenta perfecta causada por los conflictos, la crisis climática y el aumento de los costes ha desestabilizado a las familias pobres: muchos niños tienen poca comida y esto afecta a su crecimiento y educación.
En Etiopía, dentro de las instalaciones de la iglesia “Full Gospel” se ha levantado una escuela y un centro Compassion, al que asisten más de 100 niños.
A causa de la emergencia alimentaria, los profesores se han dado cuenta que muchos niños llegan a clase con el estómago vacío.
Birtukan, de 65 años, es la abuela de Yeresen, una niña inscrita en el centro Compassion: «Estoy sola con mi nieta. Trabajo para alimentarla, pero me siento con las manos atadas. Ahorro aquí y allá para comprar comida, pero no es suficiente. Nunca lo había pasado tan mal».
La mayoría de las familias se ven obligadas a elegir qué comida tomar: ¿desayuno, comida o cena?
«¿Qué hago si no hay suficiente? Nunca querría que Yeresen fuera a la escuela con el estómago vacío, pero a veces es la única opción», dice Birtukan.
Bayush, responsable de la iglesia y centro Compassion, comenta: «El número de niños en crisis alimentaria sigue aumentando. Tenemos que hacer algo, rápido».
«Nos hemos comprometido a alimentar a los niños del centro: proceden de las familias más pobres y necesitan comer, crecer y vivir».
Por eso, gracias a los donativos de Compassion y confiando en la fidelidad de Dios, nuestros trabajadores han decidido preparar una comida extra para cada niño hasta que termine esta emergencia.
La respuesta de las madres, nada más conocer la noticia, fue sorprendente: para mostrar su gratitud, se ofrecieron a cocinar todos los días.
«Gracias a Compasión, me he quitado un gran peso de encima. Sin comida, mi nieta no podía estudiar», añade Birtukan.
«El almuerzo que Compassion prepara para Yeresen no sólo garantiza que no falte a la escuela, sino que también mejora su estado de ánimo».
Las madres van al centro por la mañana temprano para terminar de preparar la comida antes de que los niños vayan a comer.
Ahora los niños esperan con impaciencia ir a la escuela cada mañana. En lugar de preocuparse, en cuanto suena el timbre de la hora de comer, se apresuran a hacer cola para coger la fiambrera.
Siempre agradecidas por los suministros de alimentos, las madres preparan una comida caliente y nutritiva para los niños.
«Nuestra alegría es ver las caras sonrientes de los niños cuando corren al centro de Compasión», comenta Bayush.
«Sus mentes ya no están paralizadas por el hambre. Ahora están centrados en sus estudios. Estamos agradecidos a Dios por cada donante: juntos, estamos revirtiendo realmente el efecto de esta crisis».
Con tu ayuda, podemos darle a un niño la oportunidad de recibir ayuda y apoyo.
Apadrina ahora: juntos, podemos marcar la diferencia.