El tráfico de drogas formaba parte de la vida de la familia de Angélica. Pero cuando esta joven conoció a Cristo, todo cambió.
Hubo un tiempo cuando nadie se atrevía a entrar en Lorega, un barrio de la ciudad de Cebu en Filipinas.
«Si decías que eras de Lorega, te asociaban con la drogadicción y la prostitución» explica Beth, responsable de un centro Compassion de la ciudad.
La reputación de esta comunidad pesaba sobre sus habitantes. Los niños que se criaban en Lorega, como Angélica, creían que su futuro ya estaba escrito.
El padre de Angelica trabajaba para un traficante de drogas. La supervivencia de la familia dependía del submundo de delincuencia y la guerra entre bandas.
«Estaba expuesta a la venta, el consumo y el tráfico de drogas. Incluso en nuestra propia casa», cuenta la joven. «Siempre pensaba, “Angelica, no tienes futuro”».
Angelica ni se atrevía a sonar que su vida pudiese ser diferente. Hasta que llegó a su vida su madrina de Compassion.
Muchos de los problemas de Lorega tienen su origen en la pobreza. En el estrecho laberinto de callejuelas oscuras y casas destartaladas, se evidencia la necesidad. Pero la pobreza es mucho más que la falta de posesiones materiales. Es la ausencia de esperanza.
«Nuestra colaboración con Compassion parte de esto: enseñar a los niños que hay esperanza a pesar de la pobreza», explica el pastor de la iglesia local.
En una comunidad en la que la educación es ocasional y los niños pasan hambre, la atención sanitaria, las comidas nutritivas y la educación proporcionadas por Compassion fueron bien recibidas. Pero la transformación que trae Compassion va más allá.
«Encontrar a Dios me trajo esperanza», dice Angélica con el rostro iluminado.
La ayuda del personal del centro Compassion se vio complementada por la madrina de Angélica, que le escribía cartas de ánimo y oraba por ella y su familia.
A través las cartas, Angélica supo de un Dios que la amaba profundamente y que tenía planes maravillosos para su futuro. Poco a poco, empezó a imaginar un futuro diferente.
«Mi madrina me animaba y me decía que yo podía ser de gran impacto para este país. Estoy muy agradecida por sus oraciones. Mi familia vio el cambio en mí y decidieron cambiar ellos también», cuenta Angélica con lágrimas de alegría.
«Si no hubiese sido ayudada por el centro Compassion, no sé dónde estaría hoy. Me hubiese convertido en drogadicta o entrado en el mundo de la prostitución».
Angélica pasó gran parte de su infancia creyendo que no tenía poder para decidir su futuro. Ahora, esta joven está influyendo en toda su comunidad.
«Doy gracias a Dios por mi madrina, porque gracias a ella me gradué en la escuela bíblica. ¡Y ahora soy profesora!», dice con una sonrisa.
«Quiero usar mi vida como un testimonio vivo para aquellos que todavía no conocen a Jesús»
Los niños que asisten a las clases de Angélica no sólo oyen hablar del poder transformador del amor de Dios, sino que lo ven reflejado en la vida de su profesora.
Con el apoyo de los padrinos de Compassion de todo el mundo, se está produciendo un cambio en Lorega.
«Doy gracias a Dios por mi madrina, porque gracias a ella me gradué en la escuela bíblica. ¡Y ahora soy profesora!», dice con una sonrisa.
En todo el mundo, como Lorega, hay comunidades sumidas en la pobreza, donde los niños carecen de esperanza.
Convirtiéndote en padrino de Compassion, puedes ayudar a provocar el cambio. Tu niño apadrinado tendrá acceso a ayuda vital que incluye alimentos, educación, revisiones médicas y el cuidado de una iglesia local. También tendrán la oportunidad de experimentar el verdadero amor de Cristo.
Con tu ayuda, podemos cambiar sus futuros y llenarlos de una esperanza real.
Ayúdanos a defender sus derechos, garantizándoles educación, atención médica y protección ante el abuso y la violencia.